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LA VOZ DE ALCAINE

Rincones de Alcaine (2). El Mirador de San Ramón

Rincones de Alcaine (2). El Mirador de San Ramón

Es uno de los puntos de más afluencia de habitantes y visitantes
Nada más entrar en el pueblo y situarse en la Plaza de San Agustín (Plaza Alta) no se resistirá el visitante a dar una mirada a las callejuelas que convergen allí y a las construcciones que se alzan en ese punto. Ya aquí percibirá que las calles de Alcaine se adaptan a su orografía aprovechando los distintos desniveles de la cima y ladera de la montaña sobre la que se asienta la localidad. Unos postes indicadores nos señalan la posibilidad de tres rutas a seguir, aunque en esta ocasión el trayecto a recorrer será muy corto con la finalidad de visitar el Mirador de San Ramón. Descendiendo un breve tramo de la calle Buenavista se llega a uno de los puntos más bello y acogedor del municipio: la Plaza Pascual Albero. Aquí están presentes el edificio consistorial -reconstruido en 1868- y la edificación medieval que acoge el Albergue y Museo de la Fauna. Adentrándose en la calle San Ramón aparece un estrecho callejón -en la calle de las Cuatro Esquinas- que es la antesala del citado Mirador. De la estrechez de ese callejón (donde casi podemos tocar las paredes abriendo los brazos y la luz pelea por acomodarse en ella) se llega a ese punto en el que se abre el horizonte y la belleza de la visión (una panorámica de 180º) que se nos ofrece nos epata, encoge el corazón, sumiéndonos en un estado de paz natural. La visión de lo que nos rodea y muestra a nuestros pies, asomados a la baranda del mirador, es de una mezcla de belleza sutil y agreste que emociona los sentidos. El peirón de San Ramón emerge vigilante protegiendo la huerta que, como un manto va cubriendo la tierra y ascendiendo por el valle hasta desaparecer acompañando el zigzagueante curso del río Martín. Ante los ojos atónitos del visitante se alzan cimas redondeadas (el cerro de Benicozar, el Cabezo Guardias, el punto más alto de todo el término), bosques de carrascas (Caña Marco) y rocosas crestas que van componiendo una panorámica sublime. Si a estos elementos naturales sumamos la visión de  torreones medievales,  parideras, corrales, eras tradicionales y la presencia de aves de todo tipo a cualquier hora (buitres leonados, menudas rapaces, saltarines pájaros o murciélagos en la oscuridad) queda clara y justificada la predilección por la visita y estancia -acomodados en los bancos o piedras- de los habitantes y visitantes. Desde este punto un sinfín de destinos, de recorridos, quedan abiertos para el caminante. Descendiendo la cuesta medieval de San Ramón se puede acceder a todos ellos.

Ver fotos desde el Mirador de San Ramón

 

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