Alcaine participa un año más en la romería al Convento del Olivar
Alcaine y otros pueblos participan en la celebración de la Virgen del Olivar en Estercuel
Desde mi niñez no había vuelto a vivir este acontecimiento marcado en las fiestas de Alcaine: el día del convento. Varias imágenes quedaron grabadas en mi memoria de aquel evento que se repetía y repite anualmente: convivencia de los pueblos vecinos de Estercuel, baile de los danzantes (de Alloza, creo), el canto del himno de la Virgen del Olivar, Rosa de abril y la vuelta a Alcaine realizando una apoteósica carrera de jinetes, a veces con las novias y mujeres, montados en caballerías (preferentemente, machos) en la meta de la rambla entre la Rinconada y la Azud de la Perera. Era una auténtica fiesta y diversión desde la fe o sin ella.
Este sábado, día 15, la romería o, mejor, concentración en el Monasterio de Nuestra Señora del Olivar ha perdido alguna de las actuaciones de antaño como el baile de los danzantes y la espectacular carrera de llegada al río de Alcaine, ya que ahora el viaje se efectúa en coches.
Sin embargo, ha conservado dos de las condiciones tradicionales. Así pues, ha permanecido el espíritu de concordia y de buena relación entre los asistentes de los pueblos cercanos. Ha reinado el buen ambiente entre los vecinos de Estercuel, Alcaine, Obón, Oliete, Cañizar del Olivar, Crivillén, Ejulve, La Zoma y Lécera. Las conversaciones en corro en la explanada delante del convento han sido continuas antes de la misa, la unidad dentro de la iglesia ha sido patente durante la misa presidida por el Obispo de Teruel, Carlos Manuel Escribano, que ha dirigido unas afables y acertadas palabras para conmemorar la festividad y para despedirse antes de partir hacia su nuevo destino, la diócesis de Logroño y finalmente la comida, tanto en el restaurante como en las mesas de los comedores habilitados en el interior y exterior ha transcurrido con alegría y ha terminado, cómo no, con jotas. En el caso de Alcaine, Francisco Gil, el Tuerto, se ha desatado con tres magníficas jotas, que han suscitado el placer de los presentes. El Padre Ignacio Conesa, uno de los cuatro frailes mercedarios, que regentan el monasterio y las parroquias de ocho pueblos, ha constatado la menor afluencia debida a la disminución de población en los pueblos, pero se ha mostrado satisfecho del transcurso de los actos del día. Y, por fin, ha pervivido el solemne canto del Rosa de abril, dirigido desde el micrófono por el blesino Padre José Antonio Lacasa con el obispo, todos los concelebrantes y los fieles puestos en pie, mirando a la Virgen.
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Texto y fotos: Manuel Val Lerín Ver más fotos
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