Pequeños cuidando de pequeños: el amor por los animales
Un grupo de niños/as de Alcaine cuida varias crías de animales
Las vacaciones en el pueblo son una buena época de recuerdos infantiles. Al reencuentro especial con los amigos (a algunos de los cuales se ve de año en año) se unen las "aventuras" pasadas juntos en ese periodo estival. La libertad que da la estancia en el pueblo posibilita el encuentro y juego en la calle permitiendo un mayor disfrute. Y si surge un acontecimiento especial, más motivo aún para hacer que ese recuerdo perdure toda la vida.
Algo así está ocurriendo este verano en Alcaine con un grupo de niños y niñas de edades comprendidas entre los 6 y los 11 años (Marcos, Jandro, Ana, Darío, Aída, Laura, Marina, Sara, Mónica, Héctor y Sofía). Hace unos días Marina observó en el suelo, junto a la puerta de una casa abandonada en la Costera del Hocino, a un diminuto murciélago. Avisó de inmediato a Marcos (el mayor del grupo de amigos) que acudió al instante. "Estaba intentando trepar por la puerta pero se caía todo el rato. Por el tamaño y porque no podía volar nos dimos cuenta de que era una cría, así que decidimos cuidarlo hasta que pueda volar. Lo alimento con la ayuda de una jeringa y le doy leche 6 veces al día. Le gusta, porque a veces incluso mete la lengua en la jeringa" dice Marcos y añade que todo el grupo está pendiente de la cría.
En efecto, consultado el libro de la Fauna del Parque Cultural del Río Martín, se comprobó que era un murciélago de herradura pequeño (Rhinolophus hipposideros) que cría en el mes de julio y se independizan a las 7 semanas de vida. En ese proceso de separación de los padres debió sufrir la caída y desorientación. Por el tamaño se calcula que en un par de semanas estará listo para soltarlo en su hábitat. "Cuando hay mucha gente que viene a verlo o lo tocan mucho se pone nervioso, así que intento cogerlo sólo para darle de comer y dejarlo tranquilo" apunta Marcos.
Comentan que también rescataron una cría de golondrina que se cayó de un nido. Marina y Jandro estuvieron cuidándola y alimentándola. Fueron tan buenos "veterinarios" que a los tres días ya se marchó volando. "A pesar de ser insectívora le gustaba el pan, el agua e incluso la patata" afirman.
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